Una apuesta de Navidad. Parte II
El festival sí que estaba resultando como había sido planeado. Todos los shinobis y los aldeanos disfrutaban de la comida, de los juegos y de las atracciones, tal como el verdadero espectáculo debería ser.
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-¡Oh bendito ramen! ¡Delicioso! –exclamaba Naruto mientras sorbía los fideos como si fuera una aspiradora.
-Tengo que admitirlo –habló el Nara-. Tsunade-sama se lució esta vez.
-Sí –lo apoyó la oji-perla-. Hay mucha diversión por aquí.
-¡Ey miren! –exclamó Lee más contento que nunca-. ¡Es Santa Claus!
Todos miraron a un hombre gordo vestido de dicho personaje, donde varios niños se formaban en una fila para pedirle sus deseos, como lo hacían comúnmente.
-Oh…no –el Uzumaki se había puesto pálido.
-No hagas una locura Naruto –le comentó la peli-rosa.
-Sólo no nos acerquemos a él.
-Yo tengo una duda –habló Sai-. ¿En dónde se supone que vive Santa Claus?
-En su casa –le contestó el Hyuuga.
-Vive en el Polo Norte –respondió Ino ignorando el comentario de Neji.
-¡Esta barbacoa está deliciosa! –decía el Akimichi con un plato lleno de comida.
-A que puedo comer más que tú –le dijo Kiba a Shino con Akamaru ladrando por un lado.
-No lo creo –respondió el Aburame.
-Hombres… -comentó Tenten-. Sólo piensan en comer.
-Ja, ni que lo digas –contestó la Hayashi.
-Gaara, Gaara –su hermana estaba muy animada-. ¿Crees que hacer una apuesta en Navidad sería algo indecente?
-No lo sé –respondió cortante el pelirrojo-. Supongo que no, al menos que apuestes algo con la Hokage. ¿Qué estás planeando? –cuando volteó, Temari se había esfumado.
-¡Oi Kankuro!
-¿Qué quieres Temari? –preguntó el castaño mientras terminaba de comer una brocheta.
-Te propongo algo.
-¿De qué hablas? –inquiría el marionetista confundido.
-Es una apuesta –respondió la rubia-. Que te vistas de Santa Claus y le cumplas el deseo a cada uno de nosotros.
-¡¿A todos los de la aldea?
-No idiota, a nosotros, los shinobis, los que estamos aquí.
-Mmm… -Kankuro estaba inseguro-. ¿Y qué apostaríamos?
-Si pierdo, seré tu sirvienta y no te molestaré durante un mes.
-Que sean dos.
-De acuerdo, dos. Pero si gano, te vestirás de mujer durante una semana y así saldrás a caminar en la aldea.
El marionetista tragó saliva.
-Trato hecho –respondió él dándole la mano.
Temari se volvió a reunir con el grupo mientras Kankuro se esfumaba para "ganar" la apuesta.
-¡Ja! Vestirse de Santa Claus y cumplir los deseos de los demás –pensaba el shinobi-.
¿Qué tan difícil puede ser?-¿De qué tanto estaban hablando? –preguntó Gaara mientras su hermana volvía con una sonrisa macabra en la cara.
-¿Dónde está Kankuro? –cuestionó la peli-violeta también acercándose.
-Ya lo verán, ya lo verán –respondió Temari sin borrar esa sonrisa siniestra.
-¡Chicos! ¡Chicos! –exclamaba Lee emocionado-. ¡Hay que ir con Santa Claus! ¡Sí! ¿Sí? ¡¿Sí?
-No Lee –le respondía la mayoría.
-¡Suena genial! –gritó la Sabaku No para la sorpresa de los demás.
-¿Estás loca? –le preguntó la Haruno asustada.
-No veo nada de malo en eso –siguió la rubia.
-¿Acaso parecemos niñitos que todavía creen en esas tonterías? –inquirió el Hyuuga.
-Ay, no sean aguafiestas.
-Que problemático –habló Shikamaru-. Yo no voy.
El resto negó con la cabeza.
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-No puedo creer que vayamos a ir con un hombre vestido de Santa Claus –dijo Shino esperando con los demás en el lugar.
-¿Cómo rayos nos convencieron de esto? –se preguntaba Sai.
-Supongo que fue la mirada sádica de Temari –le respondió Neji.
-¡Yo no quiero! –gritaba el Uzumaki con lágrimas en los ojos-. ¡Ese hombre me va a caer encima!
-Cálmate, Naruto-kun –le dijo la Hyuuga-. Estoy segura que no te ocurrirá nada malo.
-Por Kami –decía Tenten resignada-. Somos los más viejos de la fila.
-¡Oi! ¡No empujen! –les gritó Kiba a unos niños que se le abalanzaban por detrás.
-Oiga señor –dijo un niño dirigiéndose a Gaara-. ¿No está muy grande para estar aquí?
-No soy un señor –le respondió fríamente el pelirrojo-. ¡Tengo dieciséis años!
-¿Y usted que va a pedirle a Santa Claus, señora? –inquirió otra niña mirando a Ino.
-¡No soy una señora! –gritó la Yamanaka exasperada.
-Cálmate Ino –le dijo Chouji-. Aquí todos los niños ya nos ven ancianos. No les hagas caso.
-No está tan mal después de todo –comentó el Inuzuka mirando hacia el cielo estrellado cuando una manzana de
caramelo se le pegó en la cabeza-. Retiro lo dicho U_U.
-¡Jojojo! –decía "Santa Claus" sentado en una gran silla-. ¿Quién es el siguiente?
Todos empujaron a Naruto.
-¡Oi! ¡No me hagan esto!
-Hazlo y ya Naruto –le gritó la Haruno.
-Por favor –dijo Sai casi hincándose-. Sólo para terminar con esto rápido.
El Uzumaki sudaba frío. Se acercó lentamente al hombre y se sentó en su pierna derecha.
-Y dime amiguito –habló con una voz ronca-. ¿Qué quieres esta Navidad?
-Y-Yo…bueno…y-yo…
-¡Ándale Naruto! –le gritaban sus amigos.
-Bueno, yo quisiera…¡tener un platillo de cada tipo de ramen! –exclamó
al final.
-¡¿Cómo que un platillo de cada tipo de ramen? ¡¿Sabes cuántos tipos de ramen existen? –pensaba Kankuro asustado-. ¡Jojojo! ¡Excelente amiguito! ¡Santa te llevará tu regalo! –y Naruto salió.
-¿Santa…Claus? –se preguntaba Haruka en la fila-. ¿No se supone que es hombre? ¿No debería ser San Claus, ya que Santa es para mujer?
Todos la miraron sorprendidos.
-¿Por qué rayos piensas en eso? –preguntó Neji.
-¿Qué? Es cierto –la Hayashi defendía su punto.
-Quien sabe… -contestó Tenten.
-Jojojo –se reía el hombre "gordo"-. ¿Quién sigue?
-¡Yo, yo! –y Lee se arrojó sobre Santa.
-Jojojo, ¿tú que quieres esta Navidad amiguito?
-¡Yo quisiera que la llama de la juventud explotara en todos nosotros!
-Jojojo, pero amiguito –decía nervioso el castaño-. No en todos funciona eso. ¿Por qué no pides un regalo que sea sólo para ti? Es más fácil para mí.
-Mmm… -Lee lo pensó durante un rato-. ¡De acuerdo! ¡Quiero un expándex verde para cada día del año!
-¡Sigo yo! –gritó Chouji también animado lanzándose a la pierna de Kankuro.
-Uy… -el castaño se sofocó torciendo los ojos-. Estás algo pesadito…¿verdad? –hablaba con algo de dificultad.
-¡Yo quiero tener una dotación anual de barbacoa!
-Sí, sí, tendrás tu barbacoa, ¡ahora bájate! –dijo tirando al Akimichi al suelo-. Ay…creo que mi rodilla se fracturó.
Y así, cada uno fue tomando algo más de confianza y fueron pasando con Santa Claus.
-B-Bueno…yo quisiera… -la Hyuuga juntaba tímidamente sus dedos-. Yo quisiera que… –se acercó a su oído-. Que Naruto-kun tenga lo doble de lo que pidió.
-¡¿LO DOBLE? –el marionetista se sentía desfallecer-.
No puede ser…T_T-Quiero una nueva casa para Akamaru –habló Kiba muy decidido.
-Mhm… -el Aburame meditaba.
-¡Muévase anciano! ¡Hay más fila! –gritaban los niños.
Shino los miró a través de sus gafas negras.
-Deben aprender que un shinobi tiene que ser paciente –continuó con su cometido-. Quiero una nueva capa donde mis insectos se sientan más cómodos.
-Quiero tener todos los libros de ninjutsu médico que haya en Konoha –habló la Haruno.
-Desearía tener nuevos pinceles para realizar mis técnicas de pintura ninja –le dijo Sai.
-Quiero tener un nuevo equipo de armas ninja –pidió Tenten.
-Que problemático –comentó el Nara-. Quiero una hamaca donde pueda dormir cada vez que quiera.
-Yo no creo en estas tonterías –Neji estaba sentado en la pierna de Santa Claus, resignado, una vez que los niños lo habían pateado para que avanzara.
-Jojojo –habló el gordo-. Vamos amiguito, no puede ser tan difícil pedir algo para Navidad.
-No me digas amiguito U_U. Está bien, está bien. Emm…yo qué sé. Quiero unas sandalias especiales para recorrer grandes distancias en las misiones.
-Deseo tener nuevos prendedores para cabello que estén a la moda –dijo Ino con una sonrisa.
Por último, faltaban los tres de Suna.
-¿Sabías que te ves genial? –murmuraba Temari.
-Cállate Temari. Estoy dispuesto a ganar la apuesta. Sólo dime, ¿qué rayos quieres de Navidad? –preguntaba el marionetista.
-¿Yo? Yo no quiero nada, con tal de verte vestido de mujer por una semana será suficiente –y la rubia se retiró.
-Me niego –hablaba Haruka parada por delante de Gaara.
-¡Sólo siéntate y pídele algo! –gritaban los demás.
-Ash…que enfado –y se dirigió hacia Santa Claus.
-Jojojo, hola amiguita, ¿y tú qué quieres para Navidad?
-Bueno…yo… -dirigió su mirada al hombre-. ¿K-Kankuro? –inquirió con la boca totalmente abierta.
-Shhh –le tapó la boca-. No digas nada por favor.
-¿Qué rayos estás haciendo vestido de San Claus?
-Pues yo…un momento…¿San Claus?
-Sí, sí, luego te explico, ¡responde mi pregunta!
-Estoy en una apuesta con Temari, sólo pide algo y vete, te lo ruego.
-Bueno, bueno. Mmm…¿una katana?
-¡¿Qué? ¡¿Planeas matarme o qué? –preguntó Kankuro asustado.
-¡Oi! No sé que más pedir.
-De acuerdo, tendrás tu katana.
-Por cierto…¿qué hiciste con el hombre que estaba aquí antes?
-Jejeje…no tiene importancia…
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-¡Auxilio! –gritaba un hombre semidesnudo amarrado y encerrado en un armario.
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Por último quedaba Gaara.
-¡Vamos Gaara! –exclamaban todos.
-No.
-Por Kami, sólo siéntate y pídele alguna tontería, que al cabo ni se va a cumplir –le dijo su hermana.
-Ah… -el pelirrojo suspiró torciendo los ojos y sentándose.
-¿Y qué vas a pedirle a Santa Claus? –habló Kankuro.
-Mmm… -el pelirrojo estaba comiendo unas frituras y casi se ahoga al ver a su hermano vestido así-. ¡¿Qué rayos?
Todos miraron al Sabaku No.
-O, jojojo, no ocurre nada –trató de tranquilizarlos el marionetista-. Shh, Gaara, estoy en medio de una apuesta. No digas nada y pide algo por favor T_T
-Genial, ahora mi hermano se hace pasar por un panzón barbón. Una gabardina, eso quiero y punto –finalizó aventando un envoltorio vacío de comida y yendo con sus amigos.
-¡Oi! ¡¿Me viste cara de bote de basura o qué? –exclamó sin recibir respuesta por parte de su hermano menor.
Una vez finalizado su "trabajo", Kankuro desapareció inmediatamente y volvió a dejar al hombre, aún semidesnudo, sobre el gran asiento.
-¡Aaahh! –exclamaron varios de los niños presentes.
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-¡Debo admitirlo! ¡Toda la comida está deliciosa! –gritaba Naruto felizmente.
-Ya casi van a ser las doce –decía Lee-. ¿Dónde está Kankuro?
-No te preocupes por él –le dijo Temari-. Creo que ha de estar algo ocupado.
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-Tres pizcas de sal…salsa de puerco y listo…con este…van ocho platillos de ramen, me faltan…¡oh mierda! ¡Me faltan veinticuatro!
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-Temari, necesitamos hablar –Gaara y Haruka la jalaron hacia atrás.
-¿Tú sabías esto? –inquirió Haruka.
-Por supuesto, si yo misma hice la apuesta.
-¿Y ahora de qué se trata? –preguntó el pelirrojo.
-Le aposté que no podría cumplir con los regalos que cada uno le pidiera y que si perdía, se vestiría de mujer por
una semana.
-¿Y si ganaba? –siguió el Kage.
-Que sería su sirvienta por dos meses.
-Buena suerte Temari –habló la peli-violeta-. Kankuro te va a hacer la vida imposible.
-¡¿Por qué estás tan segura de eso?
-Porque Kankuro se ve muy decidido a ganar.
-No lo hará…no tendrá el tiempo suficiente.
-¡Feliz Navidad! –se oyeron los gritos de todas las personas cuando el reloj dio las doce en punto.
Comenzaron los abrazos y los buenos deseos. Ahora seguiría la fiesta hasta la madrugada.
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-¡Bien! –exclamaba Kankuro una vez que había terminado de conseguir y preparar todos los regalos-. ¡Ahora a repartirlos!
El marionetista recorrió rápidamente la aldea para llegar a las casas de sus amigos, las cuales estaban completamente perdidas en medio de la oscuridad, pues todos o la mayoría de los habitantes se encontraban celebrando en el festival, comiendo y divirtiéndose y ¿él? Ah, tratando de ganar una apuesta. Pero al final valdría la pena, ¿o no?
Primero a la casa de Naruto.
-Maldita sea…la puerta está cerrada.
El castaño trató todas las maneras de abrirla, pero con un cargamento de más de treinta platillos de ramen era algo difícil. Después de intentar todo lo que estaba a su alcance, recordó algo importante.
-Un momento…se trata de Naruto.
Se asomó a la ventana y logró entrar.
-Debí suponerlo –y dejó su pedido y también el que había deseado Hinata, dejando la cocina llena de los platillos de ramen que logró preparar.
Después con Lee, y dejó todo el conjunto de los horripilantes expándex, donde aparte, se pegó en el dedo chiquito del pie al tratar de salir por una puerta demasiado angosta.
-¡Ah, mierda! ¡Estúpida puerta del demonio! –lograba gritar mientras saltaba en un pie-. Oh maldición…Temari tenía razón con respecto al repertorio de groserías.
Siguió con su recorrido nocturno. Ya era la 1:00 a.m. Llegó a la casa del Akimichi donde dejó boletos para una dotación anual de barbacoa.
Al llegar a la casa de Kiba para dejar la nueva casa de Akamaru, tres perros lo embistieron y le dejaron toda la ropa rasgada.
-¿Por qué? –se lamentaba el marionetista.
Fue a la casa del Aburame, donde dejó su capa y cientos de insectos lo atacaron picoteándolo.
-Parece que me tragué varias moscas. Tendré que tomarme un litro de Raid* después de esto.
Entró fácilmente a la casa de la Haruno, donde dejó un cargamento de por lo menos quince libros.
-Creo que ya me saqué una hernia –dijo sobándose la espalda.
-¡Ah! ¡Un ladrón! –gritó la mamá de Sakura con un bate en la mano, quien permaneció en la casa.
-No, señora, espere, yo…
¡POW!
-Auch…me duele mi ojo –dijo Kankuro caminando para dirigirse a la siguiente casa, una vez que había sido golpeado.
Dejó los mejores pinceles que encontró en la casa de Sai, de hecho, fue su visita más tranquila.
Se dirigió después a donde vivía Tenten, dejó su nuevo armamento y al salir fue atacado por unos diez kunais, que
le fueron difíciles de esquivar.
Con el Nara también fue cosa sencilla, sólo colocó la hamaca debajo del árbol de Navidad que tenía en su casa.
Fue a la casa de los Hyuuga para las sandalias de Neji, donde todo también parecía ser simple, pero una niña apareció.
-¡Ladrón! –gritó Hyuuga Hanabi, la hermana menor de Hinata.
-No, pequeña, yo sólo…¡Ahhhh!
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-¿Oyeron un grito? –preguntó el Uzumaki.
-Aquí hay gritos por doquier –le respondió Shikamaru.
-Sí, pero este parecía más asustado…bah, olvídenlo.
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-Ay…me duelen partes que ni siquiera sabía que tenía. ¿Cuántos faltan? –se preguntaba el castaño viendo una lista. Por fin, sólo voy a la casa de Ino y me regreso al hotel.
Y así, logró dejar los famosos prendedores en el domicilio de la Yamanaka.
-Ya…ya…sólo los regalos de mis hermanos y de Haruka y terminaré…esta no ha sido la Navidad que esperaba T_T
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-¡Feliz Navidad! –se decían todos los shinobis entre sí.
-¡Nos vemos! –y todos se dispersaron a sus respectivos hogares.
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-¿Cómo creen que le haya ido a Kankuro? –preguntó Haruka.
-Mal –respondió Gaara.
-No lo logró, estoy segura –habló Temari muy decidida.
-Vaya…ya ni ustedes que son sus hermanos le dan apoyo.
Cuando llegaron a su habitación correspondiente y encendieron las luces, los tres se toparon con un pequeño arbolito puesto en una esquina y tres regalos envueltos en el suelo.
-¿Qué…rayos? –preguntaba Temari asombrada.
-Ay… -se oían los lamentos desde el otro lado.
-¿Kankuro? –preguntó la Hayashi.
Se acercaron a un sofá donde estaba el castaño con varias bolsas de hielo por todo su cuerpo.
-¿Ahora qué te pasó? –preguntó el pelirrojo sin inmutarse.
-Les recomiendo…que nunca entren a las casas sin permiso –habló el marionetista.
-Por cierto… -habló la peli-violeta-. ¿Cómo fue que nadie te reconoció mientras te hacías pasar por San Claus?
-Porque nadie más que ustedes me ha visto sin las líneas moradas…ay…me duele…
Los tres se dirigieron a ver los regalos.
-¿Por qué hay tres regalos? –inquirió Temari algo confundida.
-Porque uno de ellos es para ti –respondió su hermano poniéndose de pie con dificultad-. Son de mí para ustedes, me costó sangre, sudor y lágrimas de dolor, en serio.
-Aww… -Haruka estaba conmovida-. No debiste molestarte –dijo viendo la hermosa Katana que tenía en manos.
-Sí, sí, luego se ponen sentimentales, vean sus regalos y espero que tú, Temari, empieces a cumplir tu apuesta de inmediato.
-¡¿Estás loco? –exclamó la rubia-. Primero tengo que ver que todos tengan lo que pidieron.
-Por mí no hay problema, puedo esperar hasta mañana –respondió mientras se volvía a tirar en el sofá.
Gaara se encontró con una gabardina color negro y retoques en café claro y hasta la de las cuatro coletas se sorprendió al toparse con un abanico nuevo.
-¿Y cómo conseguiste todo? –preguntó el pelirrojo.
-Créeme…no quieres saberlo…
-o-o-o-
Al día siguiente, los cuatro se levantaron temprano, sólo para lograr ver que Kankuro haya ganado la apuesta.
-¡Miren chicos! –gritaba Naruto-. ¡Santa Claus realmente cumplió mi deseo! ¡Ahora tengo ramen suficiente! ¡Y dos
porciones de cada tipo!
-¡Vean mi nuevo expándex!
-¡Tengo dotación de barbacoa por un año!
-¡Akamaru está
con su nueva casa!
-Increíblemente, esta capa realmente les gusta a mis insectos.
-¡Sí! ¡Aprenderé este jutsu médico fácilmente!
-Con estos pinceles, haré que mis obras de arte sean mejores.
-¡Genial! ¡Ya necesitaba nuevas armas!
-Iré a dormir a mi nueva hamaca.
-No puedo creer que estas tonterías resultaran ciertas…pero las sandalias son realmente cómodas.
-¡Estos prendedores están más a la moda que nunca!
Kankuro tenía una sonrisa de triunfo en la cara.
-¡Un momento! –gritó Temari-. ¡No veo que Hinata tenga un regalo!
-Sí, sí se lo cumplí. Verás, Naruto pidió un platillo de cada tipo de ramen y Hinata deseó que Naruto tuviera lo doble y como verás, así es.
-No puede ser…
-¡Perdiste! ¡Sirvienta! Lo primero que quiero es un vaso de agua helada.
-Tampoco te sientas tan satisfecho ¬¬. Tarde o temprano esto terminará.
-Te lo dije –le murmuró Haruka con su nueva katana colocada en su espalda.
-¡Tú cállate! –gritó la rubia frustrada.
-Tal vez…después de todo no fue una Navidad tan terrible –habló el marionetista mirando hacia el cielo.
Todos disfrutaron de sus regalos y de los festejos que continuaron hasta la tarde del 25 de Diciembre.
¡Feliz Navidad!
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*Raid. Es un insecticida.
Bueno, aquí termina el fic de Navidad, espero que les haya gustado.